Nadia Murad: de esclava sexual a activista y Nobel de la Paz

Vivir en carne propia el horror de la “yihad sexual” no le impidió a Nadia continuar con su vida, al contrario, le otorgó un propósito mayor del que pudo imaginar.

Nadia Murad es una joven yazidí de 25 años convertida en portavoz de la causa de las mujeres y de su pueblo. Como miles de niñas y mujeres de su comunidad, Nadia se convirtió en esclava sexual del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en el 2014.

Los combatientes del Isis atacaron su aldea en Irak, mataron a todos los hombres –incluyendo  a seis de sus hermanos– y secuestraron a todas las mujeres y niñas para venderlas.

Gracias a sus esfuerzos por acabar con la violencia sexual como arma de guerra en los conflictos bélicos, ella y el ginecólogo congoleño de 63 años, Denis Mukwege, fueron galardonados con el Nobel de la Paz 2018.

Denis Mukwege y Nadia Murad, premio Nobel de Paz 2018.

A continuación, en Mujer Inspírate te traemos parte de la historia de Nadia que ella misma compartió en una entrevista a BBC Mundo en 2016.

El ataque

El 3 de agosto de 2014, Estado Islámico atacó a los yazidíes en Sinjar, una región en el norte de Irak, cerca de una montaña del mismo nombre. Antes de eso habían atacado lugares como Tal Afar, Mosul y otras comunidades tanto chiitas como cristianas, forzando a sus habitantes a abandonar sus hogares.

«La vida en nuestra aldea era muy feliz, muy simple… La gente no vivía en palacios; nuestras casas eran simples… pero llevábamos una vida feliz y teníamos buenas relaciones con todos», le dijo Nadia a la BBC.

Ese día, asegura que 3.000 hombres –ancianos, niños y discapacitados– fueron masacrados por Estado Islámico. Algunos lograron huir y refugiarse en el monte Sinjar, pero su aldea estaba lejos del monte y EI les cortó la salida.

Después de unos días, EI los acorraló dentro de la escuela de la aldea y allí los mantuvieron, a hombres, mujeres y niños. «Nos dieron dos opciones: o convertirnos al Islam o morir», explicó Nadia.

Foto: Jason Schmidt.

Asesinatos, secuestros y violaciones

Luego, separaron a los hombres, unos 700. Los llevaron a las afueras de la aldea y empezaron a acribillarlos. Entre ellos se encontraban nueve de sus hermanos. Mataron a seis de ellos con los otros hombres. Los otros tres resultaron heridos, pero lograron escapar.

«Desde las ventanas de la escuela podíamos ver a los hombres siendo acribillados… Se llevaron a los niños mayores de cuatro años a campamentos de entrenamiento. Luego, se llevaron las niñas mayores de nueve años. Después se llevaron unas 80 mujeres, todas mayores de 45, incluyendo mi madre. Unos dicen que las mataron, otros que no. Sin embargo, cuando parte de Sinjar fue liberada, se encontró una fosa común con sus cuerpos», comentó.

Por su parte, a ella se la llevaron con otras mujeres. En el grupo había unas 150 niñas, incluyendo tres de sus sobrinas menores. Las dividieron en grupos y las transportaron en autobús.

Al llegar al cuartel general de EI en Mosul, encontraron muchas niñas jóvenes, mujeres y menores allí, todas yazidíes. Las habían secuestrado de otras aldeas el día anterior.

Se enteró que, cada hora, los hombres de EI llegaban y seleccionaban algunas niñas. Se las llevaban, las violaban y las devolvían después. Entonces se dio cuenta que esa sería su suerte también.

Foto: Fred R. Conrad Redux Pictures LLC.

Sin compasión

Al día siguiente un grupo de militantes de EI llegaron. Cada uno de los combatientes seleccionó a una de las niñas, algunas de entre 10 y 12 años.

«Las niñas se resistieron pero fueron forzadas a irse con los hombres. Las más jóvenes se aferraban a las niñas mayores», contó Nadia a HARDtalk. «Una de ellas tenía la misma edad de mis sobrinas y estaba llorando y se agarraba a mí».

Cuando le llegó su turno, Nadia fue seleccionada por un hombre muy gordo que la apartó y la llevó a otro piso pero, cuando otro combatiente pasó por enfrente, le rogó que se la llevara en lugar del hombre gordo; pero eso no cambió las cosas.

«El más delgado me llevo a su lugar, tenía guardaespaldas. Me violó, fue muy doloroso… En ese momento me di cuenta de que habría sufrido igual, no importa quién me hubiera llevado». Todos las violaron violentamente, de forma «inhumana», dijo.

Algunas de las esposas de sus hermanos estaban embarazadas cuando las capturaron y dieron a luz mientras estaban prisioneras.

Nadia Murad estuvo tres meses con el hombre que se la llevó. Durante ese tiempo pudo hablar con algunos de sus secuestradores.

Foto: Luiz Rampelotto/dpa/AP Images.

«Les pregunté ¿por qué hacían eso con nosotras? ¿Por qué mataron a nuestros hombres? ¿Por qué nos violan violentamente? Me contestaron: ‘Los yazidíes son infieles, no son un pueblo de las escrituras. Ahora ustedes son botín de guerra. Se merecen esto, ustedes son infieles. Los yazidíes deben ser destruidos'», sentenció.

Ninguno de los hombres tuvo compasión con ellas. Hasta sus propias esposas se portaban igual. Aunque la mayoría de los hombres estaban casados, sus familias parecían aceptar lo que hacían, señaló.

Muchas niñas en la misma situación se han suicidado, dijo Nadia, pero esa no era una opción para ella.

«Creo que todos debemos aceptar lo que Dios nos ha dado, sin importar si eres pobre o hayas sufrido una injusticia, todos debemos soportarlo». Tampoco cuestionó su fe. «Dios estaba en mi mente cada minuto, aun cuando estaba siendo violada».

Nadia intentó escapar la primera vez por una ventana, pero un guardia la atrapó inmediatamente. Bajo sus reglas, dijo Nadia, una mujer capturada se convierte en un botín de guerra si la atrapan intentando escaparse. La ponen en una celda donde es violada por todos los hombres del complejo.

«Me violaron en grupo. A esa práctica la llaman ‘yihad sexual'».

Escape

Después de eso no pensó en intentar escapar otra vez pero, el último hombre con quien estuvo viviendo en Mosul decidió venderla y se fue a conseguirle unas ropas. Cuando le ordenó lavarse y prepararse para la venta, aprovechó para escapar.

«Golpeé en una casa, una familia musulmana que no estaba conectada con EI vivía ahí y les pedí ayuda. Les dije que mi hermano les daría lo que quisieran a cambio», comenta. Por suerte la familia no apoyaba a EI y la ayudó en lo posible. «Me dieron un abaya (velo) negro, un documento de identidad islámico y me llevaron hasta la frontera».

Ahora libre, Nadia Murad se ha convertido en una activista viajando por el mundo y haciendo campaña para llamar la atención a la tragedia de los yazidíes. Ha visitado Estados Unidos, Reino Unido, Europa y algunos países árabes, hablando frente a Naciones Unidas y conociendo a miembros de Parlamentos y líderes mundiales.

Nadia Murad junto al vicepresidente estadounidense, Mike Pence. Foto: AFP.

No obstante, la respuesta ha sido lenta. «Todo el mundo sabe lo que es Estado Islámico. Me escuchan con atención pero no prometen nada», indica. «Dicen que examinarán el caso y verán qué pueden hacer pero nada ha pasado todavía».

A pesar del tiempo transcurrido, todavía hay niñas y mujeres secuestradas, la región no ha sido completamente liberada y, en las zonas liberadas, todavía hay fosas comunes que no han sido excavadas.

Vida restaurada

Hoy día, Nadia Murad es una de las voces más críticas sobre los delitos de guerra contra mujeres en Irak y busca ayuda internacional para reconstruir su aldea.

El pasado 20 de agosto, Nadia anunció su compromiso con Abid Shamdeen, un intérprete iraquí del ejército estadounidense.

Fuente: Twitter @NadiaMuradBasee.

“Ayer fue un día especial para Abid Shamdeen y yo. Estamos muy agradecidos por todos los deseos y el apoyo de nuestra familia y amigos. La lucha de nuestra gente nos unió y continuaremos juntos este camino. ¡Gracias por su apoyo a todos!”, agregó en Twitter.

Actualmente, Nadia se encuentra promocionando su último libro, “La Última Chica”, en el que cuenta su historia de cautividad, sufrimientos y lucha contra Estado Islámico (Isis).

Fuente: BBC Mundo, con adaptaciones.

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